NERUDA Y EL MAR DE MAZATLÁN

Ocho de la mañana, por el rumbo de Olas Altas; dos gringos altos y flacos pasean a sus mascotas, una de ellas hace el intento de miar el pedestal de la estatua de Don Salvador Lizárraga, el de la Banda del Limón, Don Salvador no se inmuta, ni siquiera hace el intento de espantarlo con un pitido de su instrumento. Es la tragedia de las estatuas, víctimas de perros miones y pájaros cagones. El dueño de la mascota no la deja que ofenda al prócer de la música de banda.

A un lado, la estatua de Don Pablo Neruda, encaramado en la proa de una canoa petrea con mascarón de Sirena bastante generosa de chichis. Don Pablo, el comunista que gustaba de la vida burguesa, fuma pipa y mira al mar, rumbo a las “Dos Rocas Hermanas”, allí, dos lanchas de pescadores hacen faena, en una de ellas, tres tripulantes gesticulan y platican, pero uno, discretamente, recoge un chinchorro, alcanzo a ver el destello plateado de una mojarra y un pelícano atento a las maniobras; si hay pelícano, hay pescado.

Don Pablo fuma pipa, tabaco yodado por la brisa salada; abajo, “las siete lenguas verdes; los siete perros verdes” golpean las rocas y les dicen “me llamo Mar”; Neruda platica con él: “No te sacudas tanto, somos los pequeños pescadores, hombres de la orilla, déjanos tu regalo de plata: el pez de cada día”.

Neruda amaba al mar y sus elementos; juntó una colección de 8000 caracolas de todo el mundo, le ayudó el Malacólogo Carlos de la Torre, se puede ver en el Museo Gabriela Mistral en Chile; durante muchos años cargó de amuleto un cuerno (diente modificado) de Narval, el Unicornio marino. Decía que le daba suerte.

Los pescadores terminaron la faena y pusieron proa al embarcadero, quizá de Playa Norte o de la isla de la Piedra. De reojo miré a Don Pablo, una voluta de humo salió de su pipa de palo santo. Buenos días.

XXXXXXXXX

NOTA CUMPLEAÑERA. Brianda Ramos, una de mis últimas alumnas, cumplió años. Ella es una excelente Bióloga que ahorita está en receso para atender lo más precioso que la ha dado la biología reproductiva: su hermosa hija Arlette Athie. Les pongo la foto, que no me deja mentir y parece que ella es la festejada.

Don Pablo Neruda, en la proa de la canoa, con un mascarón de Sirena. Fuma pipa y platica con el mar.

Faena de pescadores Y pelícano borregón atento al desayuno. Son las 8 de la mañana y el mar azul.

Don Pablo en la Isla Negra, fumando pipa. Portada de su autobiografía.

Brianda y la razón de su corazón. Quién se resiste a esa sonrisa. Felicidades.

Anterior
Anterior

ESCRITURAS: NI PAGANDO

Siguiente
Siguiente

LA INDOLENCIA VIAJA EN BICICLETA