VOY AL BAÑO (Cuento del domingo)

—“Voy al baño”. Dijo. Sonaba en el bar “Die with smile” de Lady Gaga y Bruno Mars, justo en el verso “If the party was over and our time on earth was through” (si la fiesta hubiera terminado y nuestro tiempo en la tierra haya acabado).

Ya despuntaba la madrugada, “Ruffo”, el DJ, se asomó por la ventana de la cabina del Terraza Valentino. Ya quedaba la pura chaviza y empezó el amanecer del puerto con la Gaga, seguiría Bad Bunny con “Baile interminable”. Le gustaba el Conejo Malo, más porque estaba luchando por la independencia de Puerto Rico.

Carlos Emilio y sus primas tomaban “Mocktails”, esos cócteles sin alcohol, mezcla de jugos de frutas. En la última bebida sintió un ligero sabor a medicina, recordó el jarabe que su mamá le daba “pa’la tocedera”. Él, como recién egresado de la carrera de Chef, sabía de sabores y olores: “quizá le pusieron granadina”. Pensó. Tenía sensación de vomito…

—“Voy al baño”. Repitió. Sintió la lengua pastosa. Ya “Leidy” Gaga iba en el verso “and die with smile” (y morirme con una sonrisa).

No sabía que desde la entrada al Bar lo venían monitoreando como posible víctima: joven, pinta de saludable y no cliente habitual.

Se encaminó al baño, el piso se hundía, el mareo lo arrebató…Dos sujetos lo tomaron por los sobacos: “No te preocupes amiguito. Te ayudamos”. Fue lo último que oyó.

—“Las gotas funcionaron. El paquete va de salida; repito, el paquete va de salida”. Comunicó el otro sujeto por radio.

Era la madrugada; la brisa salobre se untaba en la piel; una bandada de fragatas, de hábitos nocturnos, cruzaban la Bahía, hartas de comer calamares. Iban a sus nidos. En la explanada de las letras, dos ratas enormes disputaban un pedazo de pizza; la pizza era de peperoni. Nubes negras, panzonas, se destripaban rumbo a Playa Brujas.

“Voy al baño”. Tres palabras, nueve letras y Carlos Emilio pasó al universo de los desaparecidos; que debe ser como ese mundo tangencial inventado por Frank, el conejo esquizofrénico de Donnie Darko.

Creo que necesitamos un Raymond Carver para contar estas historias. Fin.

Una ilustración genial de Cacho,Sociólogo y cartonista sinaloense avecindado en CdMex. En las ventanas del castillo asoman los rostros de los desaparecidos y la pregunta que retumba por todo el país: ¡¡¡¿DÓNDE ESTÁN?!!! No hay cuerpo, no hay sangre. Duelo infinito.

Brenda Valenzuela, mamá de Carlos Emilio. “No marchamos contra nadie; lo hacemos por la vida, por La Paz”. Marcha del sábado 25 de octubre.

Anterior
Anterior

UAS: LA CONFLICTIVIDAD UNIVERSITARIA

Siguiente
Siguiente

Y LAS COLONIAS SE MUEVEN