VIERNES DE PINTA

Una lluvia breve de gotas gordas, amenazaba apagar el fuego de la Expo “Luz de raíz: fuego que no se apaga”. En el patio del Museo ISIC-Mazatlán, había bullicio, terminaba un evento y seguía el de los pintores; en el templete, tres muchachas cantaban y muy bien.

La conductora puso orden, agradeció a los invitados “especiales”(herencia clasista ¿los demás que somos?. Seguro que plebada, pero no perrada) y habló el Director del ISIC, Salvador Avilés, hijo de telegrafista y cronista de Mocorito (escribió sobre la Hacienda La Ciénega, nos debe una historia completa del español Buenaventura Casal, gran exterminador de burros del valle del Évora); Javier Chimaldi, veterano actor porteño, reseñó en breves pincelazos el significado y sentido de la obra plástica de los tres artistas y cerró con un poema de Polo García que captura la estética de Marsol: lienzos de mariposas sagradas que aletean por la libertad; geometrías plásticas, pinceles rebeldes y la “Natural belleza de la madre vagina, portal de la eterna vida” (faltó la guitarra de Mario Astorga).

Pasamos a la sala Carlos Bueno, aquel pintor de tinta china y exultantes travestis sirenaicos. A esas alturas ya estaba en modo “desvelo crónico” y medio ebrio por una copa de tinto amargoso y densidad pastosa. Tenía curiosidad por las “óperas primas” de Jardines y en verdad fue una grata sorpresa, hay técnica y sentido estético, producto de las enseñanzas del taller de Miguel Flores. Me gustó la mujer desnuda devorada por un depredador, quizá sea la expresión gráfica de su poema “Te seguiré Llorando”, historia de un feminicidio. La Expo fue un éxito, la raza tiene ansia de reunirse, apapacharse y recuperar un poco de normalidad. Si el arte sirve para eso, bienvenido sea. Un viernes de pinta con pintores.

Marsol, Daniel y Miguel. Los tres artistas de la Expo. Un cuadro de Marsol que el poeta Polo García lo nombró: “El portal de la vida eterna”.

El corte del listón. Estoy sentado a un lado de Frida.

Sala llena. Todos somos invitados especiales.

Con el entrañable Compadre Nery Córdova, poeta y ensayista que se ha retirado de la vida pública. Ahora es un hombre decente, hogareño y amoroso; pero no como el de Sabines, él no busca, ya encontró.

Es la cruda faena de un devorador feminicida. Sangre fluye por brazos y piernas; las barras rojas representan la sangre derramada por todas las mujeres asesinadas por eso, por ser mujeres.El cuadro es una “ópera prima” de Miguel Ángel Ramírez Jardines.

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