DEL DOLOR DE ISIDRA AL DOLOR DE BRENDA

Hace seis años, 18 julio de 2019, estaba en el portal del Teatro Ángela Peralta en Mazatlán, había un evento fársico, la Dra. Rigoberta Menchú le vendió un premio de la paz y derechos humanos al exalcalde de triste recuerdo; ahí mismo estaban Isidra  y una abuelita venida desde Concordia. Una con lona impresa reclamaba a su hijo; la abuelita con humilde cartulina pedía por su nieto. Esperaban al paso del Gobernador Quirino que según asistiría; Isidra quería decirle que a su hijo Sergio Iván se lo habían desparecido y que ella lo andaba buscando, le habían desacompletado la vida y se sentía desacabalada, que estaba a punto de gritar, de reventar de coraje, de impotencia; pedirle por favor le ayude: “apenas hace un mes y días la policía se lo llevó a la barandilla, alguien pagó la multa, 250 pesos o algo así, se lo entregaron y de ahí desapareció”. Desde hace 45 días lo espera, que todavía le sirve el plato de sopa en la mesa, está fresquito el tiempo de cuando se lo llevaron y por ahí debe de andar; en algún sitio. Todo eso pensaba decirle al Gobernador. Pero no hubo Quirino. No llegó.

--Métanse al teatro, que la Señora Menchú las vea.

Ambas se colaron al teatro e intentaron desplegar sus lonas de la angustia, pero unos muchachos de negro, muy correctos, lo impidieron y les dijeron que disfrutaran la música.

--“Usted cree señor que estamos para escuchar música”. Con el dorso de la mano arrastra dos gruesas lágrimas, símbolo del dolor de todas las madres del mundo. Se queda callada, como cavilando recuerdos y luego dice:

“La diputada que está ahí adentro, creo se llama Graciela, nos dijo que iba a conseguir una entrevista con el Gobernador; pero también queremos ir a México a ver a López Obrador”.

Del dolor de Isidra en 2019 al Dolor de Brenda en octubre del 2025, han pasado seis años y la cifra de los desaparecidos ha crecido sin tregua, el gobierno reconoce para enero del 2025, una cantidad de 122 mil personas “de las que no se sabe donde están”, como los nombra el Sociólogo Gabriel Gatti; pero el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC), calcula 284 mil desparecidos en nuestro territorio patrio.

El caso de Brenda Valenzuela, una madre joven de Guadalupe Victoria, Durango, ha cobrado relevancia mediática por lo aparentemente inverosímil del caso: la familia vino al Puerto a celebrar la graduación y el cumpleaños 21 de su hijo Carlos Emilio; en la madrugada del domingo 5 de octubre, departe con dos primas en el Bar Terraza Valentino, puerta de entrada a la bulliciosa Zona Dorada de Mazatlán, a las 2:20 dice: “Voy al baño”. No volvió; no ha vuelto.

Una de las primas intenta entrar al baño a buscarlo, se lo impide un guardia de seguridad. No hay videos, no hay rastros visibles. Los baños del Valentino son la puerta de entrada al hoyo cuántico del Conejo de Alicia; es el agujero de gusano cósmico de Carl Sagan.

Ya hace tiempo, que en México, hemos superado con creces la cantidad de personas desaparecidas por las terribles Dictaduras de América Latina y eso significa que es todo un complejo y organizado sistema, una maquinaria caníbal devoradora de seres humanos, ante la cual el Gobierno, el Estado Mexicano, no ha logrado dar una respuesta efectiva.

Este sábado 25 de octubre, a las once de la mañana, acompañaremos a la familia de Carlos Emilio, a todas las madres agraviadas con lo más sensible y doloroso que le puede ocurrir a un ser humano: la Desaparición de sus hijas, de sus hijos. Marcharemos en punto de las once de la mañana, desde el entronque Insurgentes-Malecón, hasta las letras de Mazatlán.

Ante la indolencia, la fría y burocrática indiferencia, lo único que nos queda es tomar las calles. Vivimos en un país de Desaparecidos.

En 2019, Isidra busca a su hijo Sergio Iván; una Abuelita de Concordia pide por su nieto. Se manifiestan en el portal del Teatro Ángela Peralta.

Invitación a la marcha protesta. Este sábado 25 de octubre a las once de la mañana. Desde en entronque Insurgentes-Malecón a las Letras de Mazatlán.

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