MAZATLÁN: CULTURA CULTA Y LA OTRA

El antropólogo (que no estudian los antros) Carlos Vélez, investigador de la Universidad de  Arizona, en un su libro “Visiones de Frontera”, identifica un elemento que une a los mexicanos migrantes en los EEUU: la cultura del tamal, sí, la ceremonia de la elaboración de los tamales, desde la molida del nixtamal y la preparación de la masa, el picadillo, el amarrado y la cocción; así, en torno de la tamaliza se juntan los paisanos y se platican sus vidas: quebrantos y alegrías.

Para el antropólogo, cultura es todo lo que hacemos los seres humanos, desde la cuchara de madera con que revolvemos los frijoles hasta “La Lectora” de Vermeer (¿has visto ese cuadro?. Es maravilloso como el pintor construye el silencio en torno de la lectora); desde los corridos de “Los Plebes de la Sierra”, pasando por “Imagina” de Lennon, hasta la “Quinta” de Beethoven o “el Bolero” de Ravel; desde el festival cervantino hasta el carnaval mazatleco; del Festival poético de Navachiste a la Feria de la Ciruela en Aguacaliente.

Unas atarantan, otras nos levantan el espíritu;  pero para todos hay en la canasta cultural de México y el mundo; a nadie se le puede obligar que le guste la Ópera o el Ballet; la música de banda o el Rock; la cantina con alfombra de aserrín (¿todavía existen) o el bar agringado; el MaC Donald o la carreta de tacos.

Pero entratándose de  actividades que se hacen con dinero público, con el sagrado erario, se deben privilegiar las expresiones culturales que te afilan el espíritu, agudizan los sentidos, te ubican de mejor manera en ese entramado de símbolos que vivimos a diario; las expresiones culturales proporcionan  herramientas para desmenuzar la compleja y esquiva realidad real.

La música, la pintura, escultura, danza, literatura, cine, teatro; son expresiones culturales que levantan a los pueblos, los convierten en ciudadanos del mundo; permiten compartir los goces del intelecto humano, desde los Hoyos Negros de Stephen Hawking, hasta el poema “La Tía Chofi” de Sabines.

Ernesto Cardenal, al triunfo del sandinismo, sembró Nicaragua de talleres de poesía, escultura, pintura. Repetía el dicho del Etnólogo gringo Grave Day: “Todo indígena es un poeta en potencia”.

Aquí en Mazatlán, tenemos racimos de creadores: poetas, pintores, dramaturgos, músicos, actores, danzantes, talleristas de literatura, fotógrafos, cuenta cuentos; por desgracia, la política cultural predominante es la del Espectáculo. El Carnaval se chupa el mayor porcentaje del presupuesto y en el inter, si al Directivo le da por la ópera, no para en gastos y traer a Enrique Patrón de Rueda u otro Divo o Diva del espectáculo, cuyos honorarios son casi equivalentes a la sumatoria de los míseros salarios que durante un año les pagan a todos los creadores que trabajan en el Centro Municipal de las Artes; por eso, ni pensar en Talleres culturales permanentes en las Colonias populares de Mazatlán, en muchas de ellas se construyeron los llamados CEDECOM (Centros de Desarrollo Comunitario), que están abandonados o usados de bodegas. Claro que sería una maravilla de ver que se habilitaran como centros culturales; también el icónico Kiosco de la Plazuela República.

En verdad, he visto el entusiasmo, la alegría de niñas y niños cuando se les acerca a una actividad cultural, Claudia (sus amigos le dicen “Clay”), es una artista plástica del Colectivo “Sirenas Negras”, con una profunda vocación por enseñar; me tocó verla en la Colonia Azteca, rodeada del pleberío. Los ojos les brillaban cuando mostraba la mezcla de colores y hacían los primero trazos. Eso es ir construyendo un nuevo horizonte cultural. Eso esperábamos de la Cuarta Transformación.

De la Cultura Culta y de las otras culturas, de eso hablamos hoy.

La Lectora de Vermeer. ¿Qué lee con tan profundo interés?. Puede ser del novio o el esposo; de un hermano ausente. Vaya usted a saber, pero más allá de la composición, es el silencio que flota en ese rincón donde la muchacha se retiró a leer; la luz que entra por la ventana abierta ilumina el perfil de su rostro absorto. Es el silencio lo que impera. Es grande Vermeer, pintor de formatos pequeños, intimistas.

Niñas y niños mezclando colores y haciendo trazos. Claudia da instrucciones. Es un patio de la Colonia Azteca, aquí en Mazatlán.

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